Ilustración de Lluvia Montero
Testimonio de Royelys facilitado por Gabriela Mesones Rojo
Aló, aló. Es que estoy ahora sin internet en la casa y me vine al espacio de la organización, pero acá hay mucho ruido. Aló. ¿Me escuchas? Mejor hablamos por mensaje.
[26/6. 4:10 pm] Royelys: Hablar de mi vida es como hablar de mil vidas. Tantas veces he ido y venido, y tantas veces he dejado cosas atrás para volver a empezar, que es difícil decir: Acá, acá empezó todo, o acá empezó algo. Se me hace más fácil ver dónde estoy ahorita mismo y ver hacia atrás. Ahora vivo en Mérida, no estoy trabajando en este momento, aunque precisamente vine para acá para trabajar en lo mío.
Antes vivía en Táchira y mi trabajo era montar restaurantes, hoteles, tascas españolas y discotecas. Soy hijo de Canarios y ese es un lazo que me une a muchas cosas que están de ese lado del mundo. Yo tenía mis negocios en Táchira, pero todo se puso muy peligroso por los paramilitares.
Me entrevisté con uno de los paracos, lo empujé por una escalera del hotel y se partió un brazo.
Eso me trajo una multitud de problemas en el sentido de que después de eso estaba amenazado de muerte. Mi hija estaba en Mérida y me dijo por mucho tiempo que vendiera todo y me fuera a Mérida. Hice la liquidación de todo lo que tenía. El hotel no pude venderlo de contado. Rematé casi todo en mi vida: 36 televisores, carros, propiedades, mi colección de monedas.
[26/6. 4:23pm] Royelys: Sin embargo, nada de esto me pesaba realmente. Todo estaba cambiando, pero yo me sentía con una buena base para seguir en otro lugar. La última persona con la que estuve como pareja tenía familia con minas de oro en El Callao, Guayana. Yo viajaba tres veces al año para buscar oro y todo ese oro yo lo estaba guardando. No tenía dinero en el banco, yo tenía efectivo, oro, plata, comercios y propiedades.
Esto fue en 2014. Agarré mis peroles y para Mérida me fui. Cuando apenas tenía tres días en la ciudad, mi hija me invitó con ella al mercado para hacer las compras. Mientras estábamos adentro, me abrieron la camioneta y me quitaron 20 kilos de plata y tres kilos de oro. También tenía seis morrocotas, que cada una vale 3500 USD. Con ese dinero yo quería montar un hotel, algo muy a mi estilo: una casa colonial bien bonita, de buen gusto, con toda las comodidades, con restaurant y fuente de soda. También quería montar un restaurante y una discoteca, comprarme una casa y remodelarla exactamente como deseaba.
Pero después del robo, esos planes se cayeron. Pero no importaba, todavía tenía la camioneta. Quería venderla para levantarme económicamente, empezar poco a poco.
[26/6. 4:47 pm] Royelys: Pero el 11 de enero, un año después del robo de mis pertenencias, me secuestraron y me metieron un tiro en la cabeza. Yo soy cinturón negro en Aikido y cuando me agarraron le reventé la boca al tipo que se me puso enfrente. Pero eran cuatro tipos con pistolas. Al final, cuando me tenían en el piso, que me iban a meter un tiro, volteé la cara a la derecha y logré esquivar el tiro. Pero la bala rebotó en el asfalto y ahí perdí el conocimiento.
Me encontraron en Jají con hipotermia y casi desangrado. Un señor me prestó auxilio y me llevó a Ejido. Pensaba vender la camioneta, pero me quedé sin nada.
[26/6. 5:36 pm] Royelys: Después de eso tuve que empezar a trabajar. Sé hacer muchísimas cosas, ejercí varias profesiones en mi juventud. Cuando era joven siempre lo botaban a uno de los trabajos por cuestiones políticas. Por eso los políticos saben que los odio. A raíz de la caída de Marcos Pérez Jiménez todos en mi familia se fueron. Casi todos los migrantes españoles y portugueses se fueron porque se sentían inseguros con la llegada de la supuesta democracia. Mi familia se fue toda y mi mamá se quedó en Venezuela con cuatro hijos. Mi papá consiguió a una mujer en España. Yo no pude estudiar, me metí en la política y luché contra el tipo de regímenes como el de Rómulo Betancourt.
Después de Leoni me puse a trabajar en la empresa privada. Ahí empecé a tener una vida más bohemia. Siempre comí bien, me vestí bien, tenía mi carro, pero ya no me importaba demasiado que me despidieran. Después agarré más experiencia y entendí que no podía seguir siendo chofer de autobús extraurbano. Hice rutas en toda Venezuela y para Colombia: Santa Marta, Cartagena, Bogotá.
En 1979, a un compañero le dio una trombosis y me dieron su ruta hacia Rubio. A mí me encantó. Empecé a trabajar esa ruta varias veces a la semana y en el 85 metí un preaviso en mi trabajo para quedarme en Rubio y montar un negocio, una tasca-discoteca estilo español. Hasta que llegaron la guerrilla y los paramilitares a Rubio. Yo nunca le pagué vacuna a nadie, pero sí vi a mucha gente muerta por culpa de los paracos. Así fue que terminé donde estoy ahora, en Mérida.
[26/6. 6:13 pm] Royelys: Acá estuve trabajando en un restaurante y estuve en una oficina, pero no me dieron el trabajo por mi edad. He estado viviendo de los bonos del gobierno y de lo que me manda mi hija. Desde muy niño he sido ahorrativo; siempre, siempre he sabido hacerlo.
[26/6. 6:40 pm] Royelys: Siempre he sabido que soy trans, desde que era niño. Mi mamá era modista y cuando ella no estaba en la casa me ponía sus vestidos.
Ya sabía que me gustaba eso y también sabía que me gustaban los muchachos. Pero era otra época. Todo eso era muy difícil. Mi ídolo de joven era Elvis Presley, el rey del rock and roll. Toda mi vida estuve locamente enamorada de él, su cara, su voz.
Cuando trabajé en Caracas me fui abriendo más y un día conocí a una persona en una fiesta. Semanas después, me lo conseguí en mi pueblo, en Los Teques. Me preguntó qué iba a hacer y me dijo para ir a Caracas a hacer diligencias con él. Yo ya era un hombrecito cuando eso pasó. En Caracas hizo sus diligencias y me invitó a tomarme algo en su apartamento. Yo fui y en realidad no sé qué pasó. Yo iba con otro pensamiento y pasó otra cosa que no esperaba. Fue mi primera vez con un hombre y no le echo la culpa. Donde esté él le doy las gracias, me sentí satisfecho y se lo agradezco toda la vida. Pero creo que me puso algo en el trago. Ahí me di cuenta de que me gustaban más los hombres. Todas las mujeres que me gustaron eran para mantener las apariencias con mi familia. Me gustaban las mujeres pero de forma superficial. No sentía esa pasión que se siente cuando se está con lo que uno desea.
Cuando vivía en Táchira, me iba a San Cristóbal para conocer hombres.
Siempre me iba a otras ciudades y otros pueblos para conocer hombres. Conocí un día a alguien con quien estuve 18 años. Mis parejas nunca supieron que yo era una persona trans. Era una reserva tan estricta que jamás lo hablé. Ni siquiera creo que alguien sospechara nada.
Fui demasiado cauteloso, demasiado estricto.
[26/6. 7:01 pm] Royelys: La primera vez que se lo dije a alguien tenía 19 años. Eso fue un punto clave para decidir quién quería ser, qué me gustaba y con quién me sentía mejor. Pero Royelys realmente nació en Mérida, con mi amiga que está ahora en Gran Canaria. Ella fue la segunda persona que conocí acá. La primera persona es una amiga peluquera de cuando trabajaba en la peluquería. Mi amiga me preguntó cuál era mi nombre, le dije Johanna y ella me dijo que le gustaba, pero que le gustaba más Royelys, que se parecía a mi nombre. Y me gustó, se sentía bien tener ese nombre. Y ya desde ese momento es el que uso siempre. Bueno, no siempre, pero cada vez más.
Hoy en día si conozco a alguien, aunque quizás no tengamos tanta confianza, me preguntan mi nombre y yo les digo: Mi nombre es Royelys.
Veo que se quedan como atontados, me dicen que ese es nombre de mujer. Y les digo: Sí es, pero ese es mi nombre. También me suelen preguntar por mis uñas, que siempre las tengo largas y fantásticas. Cuando me preguntan, les digo: Me gustan así porque soy peluquero y manicurista. No es una mentira.
Mi vida cambió bastante. También me vine a Mérida para abrirme, ser más libre. Me di esa oportunidad porque nunca había aprovechado la libertad. En Caracas sí salía como Royelys, pero siempre con restricciones. En Mérida realmente me he podido abrir. Cuando estoy en SOMOS, la ONG en Mérida que creó el Centro LGBTQ+, he sido más espléndida que nunca.
Me metí en la Escuelita Drag e hice mi primera actuación de Rocío Durcal. Ese ha sido uno de mis mejores recuerdos como Royelys, me sentí tan yo, tan abierta.
[26/6. 7:12 pm] Royelys: Antes de todo esto había conocido a muy pocas mujeres trans y las trataba con cierto placer de conocerlas. No las rechazaba ni les daba a entender nada. Siempre quería mostrar apoyo, que se sintieran bien conmigo. Pero siempre ha habido mucho tabú. Las transiciones son difíciles, declararse es difícil. Admiro a los jóvenes que a los 13 o 14 años expresan lo que quieren y van a por ello. En mi época siempre hubo mucho tabú, mucha resistencia y mucha cultura del qué dirán. Era difícil. Mi familia es un poco apática. Mi hermana es homofóbica. Ella no sabe nada de mi vida; si llega a saber me excomulga. Bueno, como soy su hermano, ¿quién sabe realmente cómo se lo va a tomar? Yo trato de cortar en todo con mi familia, me interesa que no sepan nada. Y así viviré el resto de mis días.
Royelys me ha dado muchos sentimientos nuevos, me ha ayudado a cambiar. Me siento más realizada, más expresiva.
Hay un proceso de marcar las diferencias entre uno y otro: Royelys es Royelys y no Roger. Más nunca me cambiaría mi nombre. Desde que nació Royelys me siento más femenina, más mujer, mejor dicho. Ya no me da miedo que alguien se entere. Si alguien se entera y no les gusta, allá ellos. Yo no vivo de nadie y no me tengo que esconder de nadie. Tengo bastante pecho, por ejemplo; en comparación con un hombre tengo bastante. Uso mis sostenes y me encanta tener pecho. Más bien lo saco más para mostrarlo. También me encanta usar mis cacheteras o pantaletas que tienen más de cuatro dedos de ancho en la parte baja. Los hilos no me gustan, aprietan mucho.
[26/6. 8:18 pm] Royelys: Siento que he avanzado mucho y también siento que me falta, me falta tanto. Me encantaría poder tener mi nombre en mi cédula. Quisiera poder vestirme como soy todos los días, salir a hacer mis compras, ir a la plaza, caminar por la calle. Sigo con una vida dividida. Quisiera terminar de soltarme. Me están invitando el sábado a ir a la plaza Las Heroínas. Somos un grupo de tres personas y queremos ir vestidas como lo que somos. Sería mi primera vez. Estoy emocionada. Quiero conseguir una peluca bien bonita, en un rato salgo a buscarla. Te voy a avisar cómo me vaya si llegamos a hacerlo.
[29/6. 3:40 pm] Royelys: Aló, amiga. Solo para contarte que no pude ir a la plaza. Me dejaron embarcada. Será para otra ocasión.
Testimonio por Royelys
Facilitación y traducción por Gabriela Mesones Rojo
Edición por Isadoro Saturno y Andrea Paola Hernández
Corrección de redacción y estilo en español por Virginia Riquelme
Corrección de redacción y estilo en inglés por Mafer Bencomo