Lis Rodríguez: “Salir de mi relación abusiva fue un trabajo de autoconocimiento”

He hecho todo para soltar mi experiencia con mi ex: rituales, diarios, terapia. Pero lo más importante ha sido establecer límites, escuchar mi intuición, trabajar mi autoconocimiento.
Advertencia sobre el contenido: Este testimonio contiene elementos de violencia psicológica y física.
Lis Rodríguez: “Salir de mi relación abusiva fue un trabajo de autoconocimiento”

Ilustración de Frida Jaimes

Testimonio de Lis Rodríguez facilitado por Gabriela Mesones Rojo

A los once años supe que era gay. Cuando era chiquita siempre sentí que había algo diferente en mí, pero no entendía qué era porque no tenía conocimiento al respecto. Sabía poco y nada acerca de la vida queer, ni siquiera sabía que existían las personas gay. La primera vez que escuché la palabra lesbiana fue viendo White Chicks, imagínate. Luego gracias al internet y al show The L Word entendí que siempre había sido lesbiana. Quizá si hubiese visto más representación antes, lo habría entendido antes y no me habría sentido tan bicho raro mientras crecía.

A los trece años salí del closet y también conocí a una persona con la que tuve una relación por 10 años. Yo tenía 13 y ella tenía 18. Al principio todo fue bastante casual, y los últimos cinco años fueron más serios. Yo a mi ex ya no la menciono, pero mis amigas la llamaban Voldemort, así que podemos quedarnos con ese nombre. Hablar de esa relación hoy en día sería un trabajo enorme, fue una década, mucho tiempo y muchas cosas que además están unidas a mi pasado. Al verlo todo en retrospectiva, me doy cuenta de tanto, especialmente de la normalización que hay con las violencias en muchos tipos de vínculos, y la facilidad con la que pasa desapercibida. 

Mi relación con Voldemort siempre fue tumultuosa, al edge con las emociones, una relación abierta que siempre me generó muchísima ansiedad, precisamente porque no era lo que yo quería. Fue una condición de ella para estar juntas, y yo acepté e ignoré que eso no era lo que yo quería. Cuando teníamos ya como cuatro años de relación las cosas empezaron a ir en picada y todo cada vez se sentía peor. Ella empezó a salir con una chica nueva y la relación iba seria. Yo maltripeo y eso fue lo que me hizo salir de la relación. En ese momento yo ni siquiera había empezado a entender que nuestra relación era abusiva. Nos dimos un tiempo, pero todo muy abstracto porque yo era su novia para lo que ella quería y no lo era para lo que no le convenía. Al cabo de poco terminamos.

Y ese tiempo fue fundamental para algo que me cambió la vida: reconectar conmigo misma. Sí, en ese momento estaba triste, estaba mal tripeando, estaba terminando una relación de muchísimo tiempo y todavía quería estar con ella. Pero también empecé a sentir paz, un alivio que llevaba años sin sentir.

No me había dado cuenta de los niveles de severa ansiedad a los que me había sometido para estar en una relación con pánico a decir lo que pensaba, el miedo a estar sola, el pensamiento de no poder encontrar algo mejor. 

Cuando empecé a hacer mi vida, empecé a estar bien, y ahí Voldemort me buscó. Me empezó a manipular: No puedo estar sin ti, te extraño, estoy muy mal. Y para mí no había ninguna razón para volver. Era una situación que yo no entendía, era como si tuviera que volver obligada, solo porque ella estaba mal. Pero yo ya había probado el sabor de la tranquilidad, de sentirme bien conmigo misma. Además, al darle negativa empezó a decirme que estaba siendo cruel y despiadada con ella, lo cual me parecía totalmente injusto. Un descaro. 

Más o menos en esa época yo conocí a la persona que hoy es mi pareja, una chica pansexual. Hoy llevamos siete años juntas. Conocerla me hizo sentir bien, empecé a tripear, me sentí feliz con esa conexión. Voldemort y yo seguíamos en contacto, nos escribíamos, nos contábamos lo que nos pasaba. Cuando le conté que había conocido a alguien y que me sentía bien se puso mal. Una amiga me llamó para decirme que Voldemort se había tomado unas pastillas, que estaba muy asustada por ella. Me pidió que fuera a verla. 

Fui a su casa, preocupada, y me encuentro con que Voldemort realmente estaba bien. No sé qué se había tomado, o siquiera si se había tomado algo, pero sé que ese día estaba bien, solo emocionalmente afectada

En ese momento abusó sexualmente de mi. 

Yo no pude reaccionar de ninguna manera, solo lloré. Me sentía tan culpable. Yo no quería hacerle daño, sólo quería que aceptara que ya yo era feliz y que no tenía ya ningunas ganas de estar con ella. Había muchísima manipulación de su parte. Fue muy doloroso, muy duro todo, pero igual me fuí y no fue hasta muchísimo tiempo después que me di cuenta que era eso que había pasado era abuso. Me imagino que quedarme quieta ante Voldemort en ese momento fue algo de complacencia patriarcal. En ese momento yo no pensaba en mí, solo pensaba en no hacerla sentir mal, en teoría se había intentado matar. 

Abrazarme como si abrazara a una amiga

Unos años antes de terminar con Voldemort empecé a ir a terapia porque sentía demasiada ansiedad con respecto a mi relación. Yo propuse ir a terapia de pareja, y mi ex me dijo que el problema era yo, que esas inseguridades eran mías y que tenía que solucionarlo por mi cuenta. La terapia fue fundamental en todo mi proceso. Ojalá todo el mundo pudiera costear eso. Durante la terapia empecé a hablar de cosas que me hacían mucho ruido. Fue donde entendí que quería distancia, no quería que me escribiera, quería poner límites. 

También fue donde empecé a conectar puntos. Esa primera oleada de claridad me trajo paz, pero también me dio una arrechera infinita, con ella y conmigo misma por haberme dejado pasar todo ese tiempo en esa situación. Hice de todo para soltar mi experiencia con Voldemort: rituales, diarios, terapia. Para salir de una situación así tuve que aprender a poner límites, escuchar mi intuición, trabajar mi autoconocimiento; entender lo que siento, lo que pienso, saber de dónde viene, aceptarlo, abrazarlo, enfrentarlo.  

Conectando puntos me di cuenta que en mi dinámica familiar yo también sentía que no podía expresar lo que pensaba y lo que sentía. Me acostumbré a callarme la boca, y fueron patrones que repetí en esa relación. Mis padres odiaban demasiado a Voldemort. Yo sentía que era porque yo era gay y ya, que ese rechazo venía de la homofobia. Sí, en el momento ellos eran muy cerrados y bastante homofóbicos, pero apenas terminamos, mi relación con ellos mejoró y empezaron a mostrar apoyo y apertura a quien yo era realmente.  Desde que empecé a salir con mi nueva pareja la amaron, la podía llevar a la casa. Mi mamá un día me dijo que veía que con Voldemort yo no era feliz, que sentía que ella me ponía en riesgo. 

También me di cuenta del impacto que tiene el mundo que nos rodea. Cuando nos conocimos Voldemort y yo ambas estábamos en el colegio, pero yo tenía 13 y ella 18. Recuerdo a mis amiguitas a esas edad: todas tenían novios de 18 años. Uno es muy pendejo, y uno piensa que estar con alguien mayor te da validación, te hace ser cool. Y al final todo está muy mal. 

Yo tuve a Voldemort muy idealizada. Ella siempre enmarca todo en un romance loco, casi épico, una historia de amor de nosotras contra el mundo y un love bombing intenso, cuando en realidad lo que estaba ocurriendo era un tipo de amor que no tenía nada que ver conmigo ni con lo que me hacía bien.

Durante esa relación me abandoné a mi misma, me alejé de amistades y dejé de tener bandas. Por eso fue importante para mi el momento de decirle: no, no te quiero en mi vida. Fue el momento en que pude retomar el control sobre mí misma.

Al terminar con Voldemort todo se me fue dando. Por eso soltar es tan importante: empecé a tocar otra vez, mi relación con mis padres floreció, encontré a una pareja espectacular. Hasta me corté el pelo, que suena sencillo, pero fue un cambio muy importante para mí y que me ayudó a sentirme identificada con una parte más masculina de mi identidad. Solo tenía que sacar a Voldemort de mi vida para que todo empezara a mejorar.  Soltar esa relación tóxica es lo más sanador que me ha pasado en mi vida. Fueron muchos años de maltrato, así que no puedo estar agradecida, pero después de todo eso mi vida dio un vuelco de 180 grados.

Me di cuenta de muchas cosas meses después, hablándolas con mi novia. Ella tuvo un rol importante en ese proceso, y por otro lado no demasiado. Es decir, mi novia no me influenció para que yo cortara contacto con Voldemort ni nada, el proceso lo llevé yo. Siempre se quiso mantener al margen para no influenciar en todo este proceso. Pero sí me tuvo muchísima paciencia, me escuchó, me validó. Ver la diferencia entre ambas relaciones fue importantísimo. Me ayudó a ver que un vínculo sano sí era posible, me ayudó a ver con claridad qué tipo de relación sí quería en mi vida. Como yo quería darme un momento de soledad después de terminar con Voldemort, salimos por seis meses antes de empatarnos. No me arrepiento para nada, y se sintió bien seguir mi intuición. Me escuché y supe que quería estar con ella simplemente porque era una persona con la cual me sentía bien. 

El proceso terapéutico fue mi pilar. La terapia me ayudó a avanzar demasiado. Era un espacio que me dio algo que necesitaba muchísimo: enfocarme en mí, reconectar conmigo, darme amor y felicidad. Al principio me tenía que dar abrazos a mí misma, como si se los estuviera dando a una amiga. 

Definitivamente siento que mi pareja actual y yo hemos vivido tantas experiencias y crecido como personas de una forma muy especial. Desde el inicio de la relación hemos superado etapas juntas, ambas hicimos nuestra tesis al mismo tiempo, luego decidimos migrar. El primer año de migración fue sumamente complejo. La distancia se sentía mucho. Juntas hemos explorado nuestras propias identidades, hemos aprendido a encontrarnos de una forma madura, aprendido a resolver conflictos. Con ella entendí que hay conflictos sanos, que hay diferencias, que hay errores, pero también hay reparo. Ella ha sido siempre un lugar seguro, en el cual puede ser vulnerable, pueblo hablar frontalmente.

Ha sido una experiencia tan compleja, que hasta me ha ayudado a entender nuestras realidades socioculturales como mujeres queer, venezolanas, migrantes.

Compartir eso nos une y hemos crecido increíblemente, nos vinimos a un país con derechos, la tengo en mi seguro médico en el trabajo, hemos logrado construir una vida en equipo. 

El PTSD que tengo con mi ex es tal, que a veces todavía tengo pesadillas con esa caraja. Siempre es el mismo sueño: estoy de nuevo con Voldemort. Al principio eran pesadillas muy fuertes, pero ahora tengo mucha claridad en que esa situación ya no existe desde hace tiempo, e incluso en esos sueños, logro tener el control. A veces escucho a panas que emigraron de Venezuela contar pesadillas similares: están de vuelta en Venezuela, y no saben qué pasó con su vida en el otro país. Están perdidas, sin entender por qué están de vuelta en un lugar del que lograron huir. Me pasa lo mismo pero no con un lugar, sino con una persona. 

Igual siempre se mezclan, esas personas y esos lugares. Contar mi historia, por ejemplo, me ayuda a reconectar con Venezuela, con quien yo era, con quien soy, con el activismo que hacía y el que quiero seguir haciendo. Es una vuelta al pasado y un viaje al futuro al mismo tiempo. 

Lis, 2023.

Testimonio por Lis

Facilitación y traducción por Gabriela Mesones Rojo 

Edición por Isadoro Saturno y Andrea Paola Hernández

Corrección de redacción y estilo en español por Virginia Riquelme

Corrección de redacción y estilo en inglés por Mafer Bencomo

¿Quieres participar en el proyecto?

EscrÍbenos