Ilustración de Angel Patiño
Testimonio de Araguaney facilitado por Andrea Paola Hernández
“If I was born as a blackthorn tree, I’d wanna be felled by you, held by you, and fuel the pyre of your enemies.”
Hozier.
Cuando digo “mi cultura”, me refiero a todas las culturas que he accedido. La cultura venezolana, la mainstream, la cultura de mi liceo en Gales, la cultura de la universidad aquí en Estados Unidos, la comunidad queer cuando me fui al área de la Bahía. Fue en la Bahía donde encontré el lenguaje para expresarme. Yo siempre he sabido cuál es mi género, lo que no sabía era que mi cultura no me había dado las palabras para reconocerlo.
Hay un poema en el que siempre pienso cuando pienso en Venezuela. Es en inglés. Se llama Separation de W.S. Merwin. Es un poema bien cortico. Dice “Your absence has gone through me like thread through a needle. Everything I do is stitched with its color.” Yo me fui de Venezuela cuando tenía 15 años. En ese momento pensé que iba a poder volver, normal, y vivir como un adulto, normal.
My transition and migration happened mostly in English. I left home in slightly different circumstances than most of us are leaving home right now. I earned a scholarship to finish high school abroad at United War College, a scholarship I heard about from my dad. I think he privately or subconsciously or maybe even consciously knew that I was trying to leave home, that I was feeling trapped and unhappy, that I wasn’t gonna survive there. I wasn't aware of any language around gender or sexual orientation at the time, so I didn't know why I felt like that, but I knew I needed to leave. It felt pressuring, like a deadline.
Después de graduarme, apliqué a varias universidades, y quedé en una en Estados Unidos. Para bien y para mal, ahora hay más venezolanos en el exterior, es más fácil hacer comunidad. Pero cuando yo me vine, lo único que me sentía era solo. Pasé mucho tiempo sin comunidad venezolana, porque no sabía dónde conseguirla, y mucho menos comunidad venezolana queer. Las redes sociales no eran lo que son ahorita, ni siquiera existían. Mi vida, mis cosas, mis pasiones no le eran (ni son) familiares a la mayoría de la gente que conozco. Desde ese momento me tocó empezar a vivir como una persona sin contexto.
Tengo una relación muy complicada con este país. No debe ser sorpresa que no me siento bienvenido en la mayoría de los espacios, gracias a la política y cultura mainstream del país. La asociación que tienen con Venezuela usualmente es negativa o incorrecta o ambas, porque es una asociación que han desarrollado a través de los medios, las noticias estadounidenses, que no nos representan de manera adecuada y que son muy absolutistas en cómo nos retratan. Pero también he conseguido a gente muy bonita, en solidaridad conmigo, gente con la que he construído comunidad. Eso me ha mantenido aquí. Por supuesto que, incluso si quisiera regresar, no podría. Toma tanto tiempo, dinero, esfuerzo, que me he quedado en Portland por más tiempo del que pensé que me iba a quedar.
Now, in hindsight, my queerness and my transness have had a similar development. My migration and my transition are best friends, quite honestly.
Migrating is hard, and I wish I had grown up where it felt like I could live as an openly queer and trans person. Migration itself is hard because I miss home all the time. But it also gave me the space to be myself and to stop performing what other people thought I was.
Most of my life since I left Venezuela has been in English, a genderless language. This gave me a lot of space to take all the time that I needed to figure out my gender, not only because I didn’t have a language for this in Spanish but also because the only times you actually have to think about it is when referring to yourself. If I were in a predominantly Spanish-speaking country where all the words are gendered, I wouldn’t have had this space to explore myself. However, as a Spanish-as-a-mother-tongue person, navigating English spaces has a lot of complications.
That also meant that finding myself took a little longer. I filled the gaps I had on transness and queerness, and I consider myself to be in many ways like the people in the United States because I’ve lived here for a very long time. I had very crucial years that were experienced entirely from here. But I don’t consider myself an American, and they don’t consider me one either. I’ve realized that I only fully connect with things that feel Venezuelan. The models of queerness I had were not talking to me directly, so I had to pick and choose from what I saw.
Adoro ser venezolano. Siento tanto orgullo de serlo. Me gustaría que la gente tuviera un poquito más de contexto de nosotros. A veces tengo conversaciones con otras personas inmigrantes, con otros venezolanos, de hecho, o venezolanes, sobre cómo hemos cambiado y cómo ha cambiado nuestro entendimiento propio e interno por estar expuestos a la cultura estadounidense de manera tan presente y diaria. Y eso aún no lo resuelvo. No sé cómo ha cambiado, pero sí sé que lo ha cambiado y que algunas partes no necesariamente para mejor, porque he internalizado complejos de inferioridad de algunos de los mensajes que nos mandan a través de la media, en pop culture. Y voy a terapia, hago el trabajo, estoy en comunidad, hago consciente estas ideas internalizadas y trabajo en ellas, pero cuesta. Cuesta porque es saber que uno está envenenado, pero sin tener el antídoto.
El proceso de encontrar a Araguaney ha sido chévere. Llevo un nombre que me da contexto, que me permite traer mi identidad venezolana al centro.
No tiene una carga genérica. La euforia es tan chévere, cada momento de descubrimiento ha sido tan bonito. Internamente, en mi propia privacidad, he tenido infinidades de momentos de celebración, momentos donde he conseguido partes de mí que no sabía cómo nombrar o que existían.
Y también he tenido suerte de que he podido conseguir una comunidad chévere alrededor de eso. Los trabajos que he tenido han sido o en salud trans o salud sexual o alrededor de la justicia social, así que he tenido la suerte de estar rodeado de gente que tiene un poquito de conocimiento ya sobre eso y que me facilitan ser quien soy. Y en los lugares donde eso no pasa, en las otras organizaciones o instituciones donde he trabajado, no sé, como ya tengo un poquitico de comunidad, me da como que la valentía de igualito, echar para adelante y como que push a las organizaciones hacia prácticas más transpositivas.
Claro, he tenido muchísimo privilegio, al menos en formas externas, sociales. No dependo de mi familia desde que tengo 15 años, así que siempre he podido tomar mis propias decisiones sin temer perder apoyo esencial para mantenerme con vida, o que ponga en riesgo mi salud o mi educación. De cierta forma me ha dado la posibilidad de explorarme, con las limitaciones que el sistema capitalista patriarcal y la supremacía blanca traen consigo. Es difícil poder comunicarme a través de las fronteras con algunos familiares o personas de mi vida en Venezuela que han comprado la idea de que los Estados Unidos es la tierra prometida en la que todos tus sueños se logran cuando realmente es rudo existir y sobrevivir aquí. Terminas viviendo sin contexto.
None of this means I get to be fully me here, either. I'm constantly living in translation, not only because of the languages but also because I'm consistently translating my identity as Venezuelan to others to be able to give them context to understand why I am how I am.
I have to translate myself to my family members, realities, and existence. I’m constantly defending why I communicate how I do, why I think like I do, and why I love as I do, and that is not dissimilar to speaking about queerness and transness to folks who are not as familiar with it. So yeah, I feel like my migration and my transition are just besties. They support each other. They have both given me tools and knowledge that complement each other.
La gente me pregunta por qué busco tener presente a un país que mucha gente se ha esforzado por olvidar. Pero es que yo no lo busco: Venezuela vive presente en mí. La gente me recuerda que soy de Venezuela por la manera en la que me comunico, cómo hablo, cómo a veces la gente no me entiende o malinterpreta lo que estoy haciendo. Y es normal tener que traducirme, nuestras culturas son diferentes y eso es parte de no entender. Pero vuelvo a traducir cómo existo. Si a Venezuela no la mantengo presente yo, me la recuerdan cada vez que me preguntan por qué soy como soy.
Cuando llegué a Estados Unidos, intenté olvidar a Venezuela. Aunque mi proceso migratorio no fue tan traumatizante como el de mucha gente, el trauma de emigrar sigue ahí. Cuando llegué a la universidad aquí en Estados Unidos era super joven, e internalice mucha xenofobia, mucho racismo, y pasé un par de años tratando de distanciarme de mi venezolanidad. Dejé de hablar español por un tiempo para que la gente ya no hiciera comentarios sobre mi acento en inglés. Era tanto esfuerzo traducir el contexto venezolano, y traducirla a gente sin ninguna referencia, empatía o solidaridad de clase o de raza, que evitaba hacerlo. Sin saberlo, pasé unos dos, tres años tratando de asimilar, sin saber lo que hacía, sobreviviendo a través de una simulación. Pero en algún momento algo hizo click, algo me dijo que ya no estaba funcionando. Y, al igual que antes de irme de mi casa, entendí que, así estuviera menos a salvo embracing mi venezolanidad, era la única forma en la que era verdaderamente feliz. Mi reencuentro con Venezuela ha sido como volver a ver a alguien que siempre he adorado y amado, y dije que no la volvería a perder.
Venezuela vive en la calidez con la que hablo con la gente, en mi sentido del humor trastornado. Las cosas no estaban en el estado en el que están ahorita (y el capitalismo no me ha permitido volver porque no puedo costearlo), así que mis recuerdos de Venezuela están bastante intactos en ese sentido.
He descubierto que ha sido una suerte poder haber vivido en muchas partes del mundo y conectar con mucha gente. Conectar con la gente es lo que más me gusta de la vida. Ser un humano es una vaina tan absurda. Todas las personas somos tan raritas y especiales en nuestras maneras. Entender cómo la gente hace las cosas que hace, por qué piensan cómo sienten, la forma en la que se sienten, cómo ven la vida. Uno de los valores centrales de mi vida es la comunidad. No solo porque me hace falta, o porque me hace feliz, sino porque expandir mi contexto es expandirme a mí, expandir la forma en la que entiendo en la vida, y me ayuda a entenderme a mí.
Testimonio por Araguaney
Facilitación y traducción por Andrea Paola Hernández
Edición por Isadoro Saturno y Gabriela Mesones Rojo
Corrección de redacción y estilo en español por Virginia Riquelme
Corrección de redacción y estilo en inglés por Mafer Bencomo